Concurso de relatos 2020-SOS


Relato Ganador del Concurso Internacional 2020-SOS 

                  Insomnia

Son las 4.00 am abro mi libreta.
Hago el ejercicio de observarme como si yo fuera otra. 
Yo. La que le cuesta abrir el ojo izquierdo del todo al despertarse, la que busca entre la sábanas las duras tapas del libro  y huele su olor a humedad tres veces antes de dormir. 
Yo, la que se menea mucho entre sábanas  y gira en la cama en forma de espiral, dando saltos y patadas al aire, como si estaría poseída de poesía o de metáforas huérfanas sin escribir. 

Yo, que nunca ronco, porque no tengo a quien roncarle y no tiene ningún sentido roncar sin nadie, despertarse uno mismo con sus ronquidos, con su propio aire atragantado en las fosas nasales, -roncar es cosa de hombres, decía mi papá cuándo nos quejábamos de sus ruidos nocturnos. 
Nunca duermo sola, yo me acuesto con todos los párrafos al pie de página, me abrazo a un epílogo y me entrego a morfeo por unos siete minutos solamente, que suelen ser una eternidad.
No sufro de insomnio, el insomnio me sufre a mi, en medio de la noche me sobresalto y caigo sobre él aplastándolo y  dejándolo sin aire. 
Evoco tu nombre, Julio y cierro los ojos queriendo atrapar el aroma gastado de tu perfume y siento paz. 
No sé porque no te pregunté jamás cuál era el nombre de esa colonia favorita, quizás por pudor, las mujeres no preguntamos esas cosas sin mentir, sin decir que deseamos regalársela a un compañero de trabajo o al tío que cumple años. 
Me duermo sin dormir, me abrazo a al libro, en dónde me busco y siempre me encuentro perdida sin encontrarme...
Abro y leo lo primero que aparece ante mis ojos: “Se que un día llegue a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven” 

Julio: 
Son las 7.33 de la mañana, estoy en la cama aún, debo salir a comprar una libreta nueva ya que a esta le queda una sola hoja en blanco. 
Anoche soñé que se me desprendió un diente, cayó debajo de la cama, para poder buscarlo mejor me desperté, porque sé que en sueños nunca he logrado encontrar nada, conoces mi manía, suelo pensar que si no logro encontrar lo que se cayó en menos de un minuto algo fatal pasará, no a mi, sino a alguien que amo y cuyo nombre empieza con la letra del objeto perdido, me tranquiliza pensar que no conozco a nadie cuyo nombre comienza con D. Cuánto hace que no me metía debajo de la cama, hay un mundo oculto allá abajo. 
Creo que la hija del portero se llama Dalmira, no sé si al pasar hoy por su lado al salir a hacer las compras le dejé un mensaje de advertencia. 
Creo que para que no reconozca mi caligrafía cortaré letras de la revista y le dejaré una nota anónima. 
La hija del portero. 

8.00 am 
Voy al baño, abro la boca y busco el diente, ahí está, hay sueños que no se atreven a pasarse de la raya. 
Tenía tiempo que no acercaba tanto mi rostro al espejo. 
Me miro...no voy a caer en el cliché de decirte que no me reconozco. 
Toco mi boca, con un dedo toco el borde de mi boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez mi boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano dibuja.
Abro la ducha, espero que el agua se caliente, me desnudó lentamente y me sumerjo en el vapor como queriendo desaparecer en el. 

Son las 8.30 de la mañana. Quieres azúcar o te lo beberás amargo ?
Desde hace 22 años pongo dos tazas de café a la hora del desayuno, nuestro primer café se enfrió y eso fue un mal presagio, lo presentí al beberme el primer trago y tener deseo de escupirlo con fuerza, pero lo tragué. 
Ese día tenías un abrigo azul cielo que aclaraban aún más tus ojos, por primera vez pude verlos con detenimiento ya que se te metió una pajita en el ojo y me acerqué a soplar, con miedo a tener mal aliento lo hice rápido y siempre pensé que ese día debí haberte besado. 
Pero hablábamos de dinosaurios y nadie se besa al hablar de saurisquios y los ornitisquios. 


Podes creer Julio, son las 11 de la mañana, se acabaron las libretas de tapa dura en la librería del barrio. 
Abro el periódico. 
Oye...
“Coincidiendo con el centenario del nacimiento de Cortázar, "el London" reabrió hoy sus puertas después de un año cerrado, para ofrecer café y medias lunas a los centenares de transeúntes que cada día pasan por el cruce entre la calle Perú y la avenida de Mayo, en pleno corazón de la capital argentina.
Aunque Cortázar ya no se sentará en ella, "el London", inaugurado en 1954, conserva una mesa con un cenicero en homenaje al escritor y en las paredes, citas de sus obras homenajean al hombre que inmortalizó el establecimiento con su literatura universal.
La mesa y el asiento Cortázar están ubicados en una esquina del café, retirados y pegados a la ventana, de espaldas a la Casa Rosada que se levanta a pocos metros más allá, en la Plaza de Mayo, aunque los responsables del café afirman que no se sabe exactamente el lugar en el que estaban colocados en la época del escritor” 

No puedo escribir ya que no tengo dónde hacerlo y se me amontonan las frases en el pecho, siento que el corazón se me acelera si no pongo urgente en un papel Querido Julio, dos puntos. 
Me siento en un rincón de la habitación a recordar tu voz, pero me llega la voz del portero y me lo imagino recibiendo una llamada en la que le anuncian que su hija sufrió un accidente que yo provoqué en sueños. Tú voz Julio, se me perdió otra vez. 
Me llega la voz asmática y degenerada de mi profesor de literatura, de un mochilero que amé antes de conocer, de un vendedor de muebles, de un cura dando la extremaunción, me llega el sonido de los niños en el parque y no me llega tu voz Julio. 
Debo salir a buscar otra libreta pero no soporto la idea de salir a la calle a buscar otra libreta. 
Quiero poner la mente en blanco y no puedo.

Oigo mis visceras, la sangre recorriendo mis venas, el latido de mi corazón acelerado por la ansiedad de no saber qué más tendré que oír.
Oigo mi respiración la que trato de controlar, la abdominal, la políticamente correcta. 
Oigo el aire apagado justo antes de comenzar el ejercicio. 
La bachata que como una filtración gotea en la sala. 
La calle, los motores, las bocinas. 
Las fichas de dominó. 
Él ronquido del vecino, que es mi amante y duerme siesta sin mi. 
La pelota en el parqueo. 
El pincel que recrea la luna. 
Pero tú voz Julio, tu voz se me escapa y necesito encontrarla para guardarla en el frasco de tapa roja y ponerla en la mesa de noche junto al retrato de tu gato que me mira con sorna y burla. 

5.15 pm 
Necesito tener todo en orden, pero cuál es el orden, qué debe ir primero, el insomnio, tu perfume, el café London, el beso, los dinosaurios. 
Beso, dinosaurio,diente, café. 
Café, beso, perfume... 
Tú voz Julio se me escapó al abrir la ventana y debe estar deambulando por la ciudad, buscando a la Maga que busca una libreta o debe estar entrando al museo a observar el cuadro. 

Porque tú si eres de los sale a la calle a meterse en un museo a observar el cuadro. Yo, yo no salgo a la calle, ni soy el cuadro. Se me acabó el alcohol. 











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